Volviendo al pasado

Sin lugar a duda alguna, ser madre es lo más grande que le puede pasar a una mujer, entiendo que ser padre debe ser del mismo modo, lo mejor que le puede pasar a un hombre.

Al menos para mi lo es. Por mucho que te lo cuenten, por mucho que te lo imagines, o por mucho que lo sueñes durante los 9 meses de embarazo, la realidad siempre supera la ficción.

Cuando ves por primera vez esa criaturita tan pequeñita, esa parte de ti y de la persona con la que has elegido compartir tu vida y crear una familia, algo cambia definitivamente en ti.

En los primeros años duermes poco, no tienes prácticamente vida propia porque tu hija te necesita, no quieres que le  pase nada, si enferma darías cualquier cosa por ser tú la de la fiebre, la tos, la gastritis, la bronquitis, faringitis y demás itis, que en los primeros años pasan.

Ríes cuando ellos ríen, ríes con sus ocurrencias, sonríes por verla feliz, y todo te parece poco para ella.

Como decía aquella serie de televisión, cuando crecen, los problemas crecen también,  sus preocupaciones son otras y las tuyas también.

Pero a la vez vas viendo en ellos cosas que te traen recuerdos del pasado, recuerdos de tu infancia, de tu adolescencia, de tu juventud, te ves en muchos momentos relejada en ella, rememoras momentos que habías olvidado, sentimientos que habías dejado a un lado, sensaciones de juventud y hoy ha sido un día de esos.

Esta tarde he recordado cuando en mi adolescencia mi padre tuvo que llevarme a Linares a ver a Bertín Osborne, porque o me llevaba o me llevaba, no había otra, y con toda la paciencia del mundo fuimos a a ver a uno de mis ídolos. Lo mejor de aquello es que yo disfruté de lo lindo, como es normal, pero al final mi padre reconoció que a él le había sorprendido gratamente el jerezano porque en directo cantaba mejor que en el disco. Soñé durante días con el concierto,

También recuerdo que me tuvo que llevar otro día también a Linares a ver la guerra de las galaxias, porque por algún motivo que nunca he entendido, se estrenó antes en Linares que en Jaén. Desde el primer momento que Harrison Ford apareció en la pantalla encarnando el papel de Han Solo, con esa cara de sinvergüenza, mi amiga y yo caímos rendidas a sus pies, y confieso que por muy mayor que esté sigue siendo uno de mis actores favoritos.

Hoy mi hija ha vivido uno de esos momentos mágicos en la vida de un adolescente y es que Dani Martín el cantante del Canto del Loco, uno de sus ídolos, ha estado firmando libros, si, libros, aunque resulte extraño, en el Corte Ingles de Nervión, y ahí que la he tenido que llevar para que pudiera darle un par de besos y se llevara el libro que ella misma ha pagado firmado por su Dani de su alma.

 

¿Qué no hace uno por su hija?

Seguro que eso mismo debió pensar mi padre hace algún que otro año.